#ElPerúQueQueremos

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De cómo todo no es más que una ilusión.

Crítica de un joven a los demás jóvenes.

Pero en el uso de la palabra coyuntura hay precisamente el riesgo de abandonarse a lo fácil: «en la coyuntura actual, se puede... o no se puede...».

Pierre Vilar

Publicado: 2014-12-28

El mensaje de la imagen titular de esta nota es, aunque dolorosa, bastante realista; realista en el sentido de que en la mayor parte de la juventud limeña -y, por qué no, en la peruana- impera una suerte de actitud apolítica y anómica para interesarte más en cosas ajenas a los problemas que afectan al país. El mensaje parece ser el siguiente: "chibolo, deja tu smartphone; ven, lucha; interésate por los problemas de la sociedad; deja de ser pulpín".

Pero qué pasa si, en el mismo álbum en facebook, uno encuentra imágenes como esta:

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Está bien. Hay que darle a la chica la ventaja de la duda: no necesariamente está revisando su Facebook o Instagram. Pero, ¿si, en el mismo álbum, encontramos otra imagen que acusa inconsecuencia con la imagen titular de la nota?

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Las dudas, por tanto, afloran. ¿En dónde queda, entonces, el mensaje principal, el del llamado a unirse a la protesta? ¿Qué tanto ha aumentado el interés de la juventud limeña por la política y los problemas de la sociedad, de su sociedad? Poco o nada, diría yo. En ese sentido, me parecen inadecuados -e ingenuos- algunos análisis que se hacen para indicar el florecimiento de una juventud más consciente y responsable para con su sociedad. Porque, vamos. ¿Qué necesidad hay de ver estar revisando su smartphone en plena protesta? ¿Es necesario publicar que están en una marcha solo para obtener likes? ¿Eso es la conciencia? ¿No es, más bien, figuretismo? Porque los ejemplos puestos aquí son solo dos de muchos. Estoy seguro de que ustedes, lectores, conocen muchos más. 

Asimismo, las protestas contra el alternativo régimen laboral juvenil son, a mi parecer, muestra del egoísmo de la mayoría de los que participaron de las marchas. Los indignados protestaron porque les quitaron sus derechos, aunque, para estar a tono con las arengas y los cánticos, digan nuestros derechos. Nada más. ¿Cuántos de los chibolos salieron a protestar en la marcha de los pueblos durante la COP 20? ¿Cuántos pulpines se indignaron por la desaparición de los estudiantes mexicanos? ¿Cuántos alzaron su voz por la muerte de cajamarquinos que se oponían al proyecto Conga? Estos últimos tres casos no tuvieron protestas tan multitudinarias que digamos. Por tanto, ¿por qué hablan de una proliferación de chibolos más conscientes?

Además, la mayoría de los chibolos critican la ley por lo mismo que algunos medios de comunicación virtuales señalan: no CTS, no vacaciones, no gratificaciones. Casi no dan otro motivo. Eso, para mí, es evidencia de que no leyeron la ley, así sea esta buena o mala; esto último no interesa en esta columna. ¿Qué tanto se puede lograr con gente que no lee? Conozco gente en mi universidad con una ortografía que atenta contra cualquier diccionario digno de su nombre. ¿Es eso mayor interés en la política? Yo creo que no.

¿Qué pasará cuando el Estado derogue la ley? Porque, dada la situación, al Estado no le queda de otra que derogar esta ley. ¿Seguirán los jóvenes tan conscientes y combativos? ¿O volverá la mayoría de ellos a lo que era su vida antes de la publicación de dicha ley? Aunque no sea lo correcto, lo más probable es la segunda opción. Lo ideal, obviamente, sería una juventud más constantemente expectante a lo que pase a su alrededor; no cada vez que le quitan algo suyo. No es necesaria una juventud que solo salga a protestar por tener más likes en su estado en Facebook o más corazones para su publicación en Instagram. Jóvenes que manden a los viejos a la tumba, como diría Gonzáles Prada.

Y ojalá que lo ocurrido en los últimos días no sea, al final, solo Poesía; ojalá se convierta en Historia.



Escrito por

Diego Rojas

Resumiré todo en una palabra: Historia.


Publicado en

Nada más que Historia

La Historia nos dice qué pasará y qué no. Lo demás es simplemente poesía.